¿Art brut en El retablo de maese Pedro?
El concepto de art brut, acuñado por Jean Dubuffet en 1945, vino a complementar las ideas de Enrique Lanz sobre el títere medieval: “toda especie de producciones –dibujos, pinturas, bordados, figuras modeladas o esculpidas, etcétera- que presentan un carácter espontáneo y fuertemente inventivo, debiéndole poco al arte habitual, o a los estarcidos culturales, y teniendo por autores a personas oscuras, extranjeras en los medios artísticos profesionales”. La obra de artistas brutos como Gaston Chaissac, Petit Pierre, Auguste Forestier u otros más contemporáneos (y de otra naturaleza) como Jephan de Villiers o Francis Marshall, presentan puntos comunes con el arte africano y románico: el aspecto rústico o primitivo, la figuración naíf, el uso de materias primas, la desproporción, la aparente anarquía o desorden de las composiciones, la gran expresividad.
Los titiriteros de la Edad Media debieron ser un poco como los obreros de las canteras que tallaban los capiteles románicos, o como los campesinos de un pueblo remoto de África, que para celebrar sus ritos confeccionaban máscaras, o como los artistas brutos, que con los materiales más inmediatos reflejaban su creatividad; todos personas con poco o ningún conocimiento artístico, sin formación académica, sin la conciencia de la repercusión de su obra; todos haciendo un oficio que, por diversos motivos, ha sido etiquetado como marginal.
Es difícil pretender voluntariamente hacer una obra de art brut. Enrique Lanz quiso este aspecto para sus títeres, pero conseguirlo no fue una tarea simple, pues él y su equipo son personas con conocimientos artísticos. Sin embargo, se siguió la pauta y figuras como la Corte de Carlo Magno, o los Verdugos que castigan al Moro Enamorado, se acercaron a los cánones del art brut.
La combinatoria de las estéticas medievales, africanas y del art brut, dieron como resultado títeres coloridos, pero con aspecto envejecido, gastado, casi inacabado, muñecos facultativamente chapuceros, groseros, toscos. Los volúmenes son grandes, las formas poco elaboradas, con mucho movimiento y mecanismos simples, en franco contraste con el porte y aspecto de los títeres que asisten a la representación de Maese Pedro (los aspectos de aspecto barroco).