El retablo de maese Pedro,
vivo y brillante, 90 años después
Hoy es un día muy especial para la compañía Etcétera. Como seguramente muchos saben, un día como hoy, 25 de junio pero del año 1923, Manuel de Falla estrenó la ópera para títeres El retablo de maese Pedro, en el Palacio de la Princesa de Polignac, en París. Y hoy estrenamos finalmente nuestro montaje de esta obra en Granada, ciudad a la que está ligada desde su origen.
Con esta ópera Falla consiguió entroncar la música y la cultura española con las vanguardias europeas, tanto a nivel musical como escénico y titiritero. Hermenegildo Lanz, su amigo y colaborador, dio forma a los títeres y parte de los decorados de aquel estreno histórico. Entre las experiencias de las vanguardias titiriteras europeas de aquellos años, El retablo ha pervivido más que ninguna otra obra, y ese es otro valor que también queremos destacar.
Enrique Lanz, nieto de Hermenegildo, creció rodeado de las obras de su abuelo, escuchando los relatos familiares sobre la amistad entre Falla y Hermenegildo; y por supuesto con la presencia cercana del retablo falliano. Esta fue una de las razones que le hicieron apostar por el arte de los títeres. Por tanto podríamos decir que en El retablo de maese Pedro se encuentra, en gran medida, el origen de nuestra compañía.
Por eso con este montaje queremos honrar a Manuel de Falla y a Hermenegildo Lanz, y destacar su aportación para el teatro y la música española.
Estamos felices de poder hacer la representación de hoy en Granada. Hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí y agradecemos al Festival Internacional de Música y Danza de Granada y al Parque de las Ciencias, que lo han hecho posible. El museo que acoge esta exposición sobre nuestro trabajo, tiene el mérito además de haber permitido a los granadinos descubrir de cerca esta obra.
Agradecemos también a las entidades coproductoras –Gran Teatre de Liceu, Teatro Real, Teatro de la Maestranza, Teatro Calderón, Ópera de Oviedo, Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera, y a la Junta de Andalucía– que confiaron y apostaron por nosotros, y nos permitieron realizar este Retablo para títeres con la envergadura que soñábamos.
Esta función se la queremos dedicar a dos personas:
A Enrique Lanz Durán, padre de nuestro director, nuestro vínculo más estrecho con el pasado, y con la generación de Falla y Hermenegildo. Los recuerdos de Enrique, hoy con 86 años, han sido también parte de la savia esencial con las que hemos levantado este espectáculo. Si gran parte de los documentos relacionados con el estreno de El retablo de maese Pedro (correspondencia, bocetos, fotografías, partuturas, etc.) se conservan es gracias al coraje y arrojo de Enrique Lanz Durán, fiel guardián del archivo de su padre.
Y así como tejemos un puente al pasado, hemos de hacerlo con el futuro. “El futuro dura mucho tiempo” y tenemos que seguir apuntalándolo para todos los niños que vienen hoy a vernos. Ellos son nuestra responsabilidad mayor.
Por eso esta función la queremos dedicar también a nuestro amigo Félix, un niño de 4 años que nos ha demostrado que sí, que aquel empeño de Falla, Lorca, Lanz, y el nuestro, el de Etcétera, no ha sido en vano. Que el arte no entiende de edad, fronteras, idiomas, ni tantas otras barreras con que lo embridamos. Félix descubrió El retablo de maese Pedro con 3 años, gracias a la exposición en el Parque de las Ciencias, y se lo sabe de memoria, la música, el libreto… Su entusiasmo hacia este obra de Falla es tal que en el colegio han comido escuchándola. ¿No es esto grandioso?
La afición de Félix por los títeres y por la música, no tiene parangón, por eso nos morimos de ganas de ver su carita esta noche cuando se abra el telón.
En estos tiempos malos para la lírica, como diría nuestro héroe más universal, el lúcido Don Quijote, no debemos olvidar esa máxima de dice que ser cultos es el único modo de ser libres.
¡Muchas gracias a todos!